Estoy en Quito. Anoche salí por primera vez en la semana, me tome un canelazo que es como un coctel tibio, o como un té con té con muchísima canela. Es decir, te sube la temperatura inmediatamente, en una ciudad fria.
Hace unos ocho años conocí a V. una niña ecuatoriana muy bonita que en esa época tenía 21 años y vivía en Santa Cruz, en Bolivía. Yo tenía un año más, todavía era un chiquillo.
Fui a Santa Cruz para abrir una sucursal de mi empresa, y coodinar con algún socio y/o asociado. En esa época además era director de una empresa de servicios de telecomunicaciones que había llegado del Ecuador, lo que me acercó a la comunidad de ese país en Santa Cruz.
Desde que la conocí me llamo la atención, pero tuvo que ser ella la que se acercó para romper el hielo. Nos citamos para el día siguiente en el Cine. En esa época escribí esto:
"La primera cita, llegue tarde -como siempre- y tu ya no estabas más.
Probablemente pensaste que te habría engañado, posiblemente nunca fuiste, el hecho es que ya no estabas más ahí, en nuestro lugar en la puerta del cine "Palace" en la Plaza Central de Santa Cruz. Te llamo desde la puerta sólo por formalidad, la noche de Santa Cruz su desorden de tráfico y tu tomándome de la mano al cruzar la calle y sin volverla a soltar más....hasta que te fuiste, meses después, a tu casa en Guayaquil.
Noches de tequila y whisky, aquella noche tú llorando, amanecer comiendo un pollo en la calle y tú llorando, exiges un cuchillo para tu pollo aunque todos comen con las manos, nunca más escucharé a Jaramillo sin pensar en ti.
Ojos claros -lentes de contacto- y esa noche, nuestra primera cita, y cerraste los ojos fuerte, fuerte, cuando recuerdes que con la prisa después de recibir mi llamada saliste por segunda vez y ahora te olvidaste de colocarte los lentes. "
Una noche de esas nos prometimos que no nos casaríamos sin buscarnos antes. En ese momento nunca imaginé que la promesa implicaría tener que buscarla años después en Guayaquil.
Por miles de razones y equivocaciones perdimos el contacto hace demasiados años.
Hoy estoy en Quito y mañana en la noche salgo a buscar a mi niña. A una ciudad con dos millones de habitantes, no tengo idea de como pero presiento que nos vamos a encontrar.
Ya me compré el pasaje, no dormiré toda la noche, así que no necesito hotel en Guayaquil, dejo mis maletas en el hotel de Quito.
Si la encuentro será digno de escribir, al menos, un cuento.
Es más divertido buscar a la mujer perfecta que creer que estas con una. Lo paradójico es que esta búsqueda, que te lleva a cometer locuras, vale la pena porque esperas que cuando veas sus ojos y sepas que es ella todo lo demás perderá importancia.
Hace nueve años, prometí que la buscaría, es bueno cumplir las promesas.
Hace unos ocho años conocí a V. una niña ecuatoriana muy bonita que en esa época tenía 21 años y vivía en Santa Cruz, en Bolivía. Yo tenía un año más, todavía era un chiquillo.
Fui a Santa Cruz para abrir una sucursal de mi empresa, y coodinar con algún socio y/o asociado. En esa época además era director de una empresa de servicios de telecomunicaciones que había llegado del Ecuador, lo que me acercó a la comunidad de ese país en Santa Cruz.
Desde que la conocí me llamo la atención, pero tuvo que ser ella la que se acercó para romper el hielo. Nos citamos para el día siguiente en el Cine. En esa época escribí esto:
"La primera cita, llegue tarde -como siempre- y tu ya no estabas más.
Probablemente pensaste que te habría engañado, posiblemente nunca fuiste, el hecho es que ya no estabas más ahí, en nuestro lugar en la puerta del cine "Palace" en la Plaza Central de Santa Cruz. Te llamo desde la puerta sólo por formalidad, la noche de Santa Cruz su desorden de tráfico y tu tomándome de la mano al cruzar la calle y sin volverla a soltar más....hasta que te fuiste, meses después, a tu casa en Guayaquil.
Noches de tequila y whisky, aquella noche tú llorando, amanecer comiendo un pollo en la calle y tú llorando, exiges un cuchillo para tu pollo aunque todos comen con las manos, nunca más escucharé a Jaramillo sin pensar en ti.
Ojos claros -lentes de contacto- y esa noche, nuestra primera cita, y cerraste los ojos fuerte, fuerte, cuando recuerdes que con la prisa después de recibir mi llamada saliste por segunda vez y ahora te olvidaste de colocarte los lentes. "
Una noche de esas nos prometimos que no nos casaríamos sin buscarnos antes. En ese momento nunca imaginé que la promesa implicaría tener que buscarla años después en Guayaquil.
Por miles de razones y equivocaciones perdimos el contacto hace demasiados años.
Hoy estoy en Quito y mañana en la noche salgo a buscar a mi niña. A una ciudad con dos millones de habitantes, no tengo idea de como pero presiento que nos vamos a encontrar.
Ya me compré el pasaje, no dormiré toda la noche, así que no necesito hotel en Guayaquil, dejo mis maletas en el hotel de Quito.
Si la encuentro será digno de escribir, al menos, un cuento.
Es más divertido buscar a la mujer perfecta que creer que estas con una. Lo paradójico es que esta búsqueda, que te lleva a cometer locuras, vale la pena porque esperas que cuando veas sus ojos y sepas que es ella todo lo demás perderá importancia.
Hace nueve años, prometí que la buscaría, es bueno cumplir las promesas.
Comentarios
Felicidades por la valentía.
Un abrazo.
Suerte!