Imaginemos que tenemos locales seguros, que podemos ir a bailar sin el miedo de morir carbonizados, que podemos estar tranquilos sabiendo que nuestra pareja está en un supermercado, que nuestros niños están seguros de desastres en su escuela. Entonces, menos de un año después de comenzar a pensar en serio en seguridad, quizás sea tiempo de atacar la inseguridad donde se manifiesta de forma más violenta: Los hogares.
Y la idea no es que compremos unos perrotes, electrifiquemos las cercas y fongamos a un guardia con una FAL o una AK-47 en la puerta de las casas, eso poco protegerá de los verdaderos riesgos que se esconden detrás de las puertas, al interior de los hogares.
La violencia doméstica a diario ocasiona muchas más lesiones que la violencia callejera, son lesiones anónimas, que ya no venden periódicos, mujeres y hombres golpeados por sus parejas, niños maltratados, heridas que curan en la oscuridad de las casas y la hipocresia del maquillaje.
Claro que ese ya no es un tema de moda, es más valioso un celular que la integridad de una mujer maltratada, es más fuerte una violación en la calle que los cientos en los hogares, violadas pro su propios maridos.
No tenemos estadísticas oficiales en Bolivia, pero es probable que se repita lo que sucede en muchos países y que una cantidad importante de homicidios (quizás la mayoría y sobre todo con arma de fuego) se de entre conocidos, entre gente de un mismo hogar y no en las calles con extraños.
La violación de niños -cuando no va acompañada de un rapto- se da entre conocidos, muchas veces personas que generan confianza en el menor. Por excelencia este lugar lo ocupan los familiares, muchas veces hacinados en casas ínfimas y muchas, muchas veces jamás denunciados.
¿Quieren hablar de seguridad? demos el segundo paso, mejoremos la seguridad en los hogares. O es que no es popular hablar de eso?
Y la idea no es que compremos unos perrotes, electrifiquemos las cercas y fongamos a un guardia con una FAL o una AK-47 en la puerta de las casas, eso poco protegerá de los verdaderos riesgos que se esconden detrás de las puertas, al interior de los hogares.
La violencia doméstica a diario ocasiona muchas más lesiones que la violencia callejera, son lesiones anónimas, que ya no venden periódicos, mujeres y hombres golpeados por sus parejas, niños maltratados, heridas que curan en la oscuridad de las casas y la hipocresia del maquillaje.
Claro que ese ya no es un tema de moda, es más valioso un celular que la integridad de una mujer maltratada, es más fuerte una violación en la calle que los cientos en los hogares, violadas pro su propios maridos.
No tenemos estadísticas oficiales en Bolivia, pero es probable que se repita lo que sucede en muchos países y que una cantidad importante de homicidios (quizás la mayoría y sobre todo con arma de fuego) se de entre conocidos, entre gente de un mismo hogar y no en las calles con extraños.
La violación de niños -cuando no va acompañada de un rapto- se da entre conocidos, muchas veces personas que generan confianza en el menor. Por excelencia este lugar lo ocupan los familiares, muchas veces hacinados en casas ínfimas y muchas, muchas veces jamás denunciados.
¿Quieren hablar de seguridad? demos el segundo paso, mejoremos la seguridad en los hogares. O es que no es popular hablar de eso?
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